Más ética, más desarrollo (Bernardo Kliksberg)

Primera Parte

El impacto de la ética sobre el desarrollo

Más ética, más desarrollo
En Noruega la corrupción es casi inexistente, la causa se halla en los valores sociales predominantes. Un corrupto seria duramente excluido. Finlandia tiene la tasa de presos más baja de Europa y el menor número de policías per cápita del continente. La prevención se halla en la cultura de valores, el acceso a oportunidades y del sistema de “prisiones abiertas” que rehabilita. Suecia ha erradicado la discriminación de género. Canadá tiene uno de los sistemas de salud de mejor calidad del planeta y totalmente inclusivo, como también junto con Holanda, la equidad en la distribución del ingreso y el acceso universal a la educación y la salud.

El continente más desigual
En la raíz de su éxito social está el capital social. Estudios de Putnam (1994) abarcan cuatro dimensiones:
• Los valores éticos dominantes en una sociedad
• Su capacidad de asociatividad
• El grado de confianza entre sus miembros
• La conciencia cívica
Cuanto más capital social, más crecimiento económico a largo plazo, menor criminalidad, mas salud pública y mas gobernabilidad democrática.
El premio nobel de Economía Amartya Sen subraya (1997): “Los valores éticos de los empresarios y los profesionales de un país (y otros actores sociales clave) son parte de sus recursos productivos.” Si son a favor de la inversión, la honestidad, el progreso tecnológico, la inclusión social, serán verdaderos activos, en cambio, si predominan la ganancia rápida y fácil, la corrupción, la falta de escrúpulos, bloquearan el avance.

Círculos virtuosos
Otras expresiones del capital social son el aumento de la participación ciudadana; y el fortalecer. Las organizaciones de los pobres, abriéndoles oportunidades productivas y ayudándolas a capacitarse.
Cuando se observa la imponente explosión de conductas solidarias en la Argentina en medio del avance de la pauperización en años recientes, y el reclamo generalizado por referentes valores éticos puede afirmarse que lo más importante está a salvo.

La ética cuenta
La idea de que los valores no importan mayormente en la vía económica practica ha facilitado la instalación de prácticas corruptas que han causado enormes daños. Juan Pablo II ha encabezado el cuestionamiento de la supuesta dicotomía entre ética y economía. Es imprescindible volver a analizar la relación entre ambas, la ética no solo no es ajena a la economía sino que debería orientarla y regularla. El Papa exige un “código ético para la globalización”. La ética incide todos los días en la economía.
Si una sociedad cultiva sistemáticamente valores éticos, cosecha resultados.
Los valores éticos anticorrupción y pro igualdad, solidaridad y cooperación son esenciales en sus logros económico-sociales. Estos valores son cultivados por el sistema educativo en todos sus niveles y a través ejemplos de los líderes.
Es imprescindible poner en la agenda pública temas como la coherencia de las políticas económicas con los valores éticos, la responsabilidad social de la empresa privada, la eticidad en la función pública, el fortalecimiento de las organizaciones voluntarias, y el desarrollo de la solidaridad en general. Todos los actores sociales deberían colaborar para que la ética volviera para erradicar la corrupción y para motivar actitudes positivas. Las nuevas generaciones de profesionales deben ser preparadas a fondo en sus responsabilidades éticas.
El premio nobel de Economía Joseph Stiglitz sostiene que es imprescindible que una profesión tan influyente tenga definitivamente regulaciones éticas, y que un código de ética razonable debería incluir inicialmente por lo menos tres principios:
• No recomendar a los líderes públicos de los países en desarrollo teorías no probadas por la realidad.
• No decirles que hay una sola alternativa.
• Ser sensibles a los efectos de sus recomendaciones sobre los sectores desfavorecidos y transparentas los costos que van a pagar dichos sectores por ellas.

El capital social y la cultura
Las dimensiones postergadas del desarrollo


I. El nuevo debate sobre el desarrollo

A inicios del siglo XXI la humanidad cuenta con inmensas fuerzas productivas. Las revoluciones tecnológicas alteraron sustancialmente sus capacidades potenciales de generar bienes y servicios.
Alcanzar la deseada meta del desarrollo económico y social es más viable que nunca en términos de tecnologías y potencial productivo, el objetivo se halla muy distante de amplias poblaciones en diversos continentes (entre ellos América Latina).
La “aldea global” en que se ha convertido el planeta, en donde las interrelaciones entre los países y los mercados se multiplican continuamente, parece caracterizarse por una explosión de complejidad, direcciones contradictorias de evolución y altas dosis de incertidumbre.
La historia en curso está marcada por severas contradicciones. Por ejemplo, el conocimiento tecnológico disponible ha multiplicado capacidades de dominar la naturaleza, el ser humano está creando desequilibrios ecológicos de gran magnitud, que ponen en peligro aspectos básicos del ecosistema y su propia supervivencia.
Se ha instalado una potente área de análisis en vertiginoso crecimiento que gira alrededor de la idea de “capital social”.

“La cultura ha pasado a ser el último aspecto inexplorado de los esfuerzos que se despliegan internacionalmente, para fomentar el desarrollo económico.” Lourdes Arizpe (1998)
“Hay múltiples aspectos en la cultura de cada pueblo que pueden favorecer a su desarrollo económico y social; es preciso descubrirlos, potenciarlos y apoyarse en ellos y hacer esto con seriedad significa replantear la agenda del desarrollo de una manera que a la postre resultara más eficaz, porque tomara en cuenta potencialidades de la realidad que son de sus esencia y, hasta ahora, han sido generalmente ignoradas.” Enrique V. Iglesias (1997)

II. La crisis del pensamiento económico convencional

Se hallan en plena actividad diversas líneas de discusión sobre los supuestos económicos que han orientado el desarrollo en las últimas décadas. El debate está fuertemente influido por las dificultades del pensamiento convencional de la realidad.
Un primer aspecto de la crisis en curso es el llamado, cada vez más amplio, a respetar la complejidad de la realidad. Se previene contra la “soberbia epistemológica”. “Un principio del consenso emergente es que un mayor grado de humildad es necesario.”
Otro aspecto sobresaliente de la nueva discusión sobre el desarrollo es la apelación, cada vez más generalizada, a superar los enfoques reduccionistas y buscar, para captar la complejidad, perspectivas integradoras de variables múltiples.
Los objetivos finales del desarrollo tienen que ver con la ampliación de las oportunidades reales de los seres humanos de desenvolver sus potencialidades. Una sociedad progresa efectivamente cuando los indicadores claves avanzan. Las metas técnicas son respetables y relevantes, constituyen medios al servicio de esos objetivos finalistas.

EL SER HUMANO ES EL FIN ULTIMO DEL DESARROLLO.

Junto con el crecimiento económico surge el requerimiento de lograr el desarrollo social, propiciar la equidad, fortalecer la democracia y preservar lo equilibrios medioambientales.
Las realidades políticas son determinantes en las hambrunas masivas que han afligido a amplios grupos humanos en el siglo XX. Estas hambrunas no tienen que ver necesariamente con escases de recursos alimenticios. Se vinculan las disparidades de precios relativos, los bajos salarios y las maniobras especulativas.
El tema de las instituciones debe ser incorporado en el análisis de las realidades económicas y el diseño de políticas (conjunto de reglas formales e informales y sus mecanismos de ejecución que inciden sobre el comportamiento de los individuos y las organizaciones de una sociedad).
Mejorar el perfil de la población de una país es un fin en si mismo, constituye una vía fundamental para alcanzar productividad, progreso tecnológico y competitividad en los escenarios económicos de fin de siglo.
El capital social y la cultura han comenzado a instalarse en el centro del debate sobre el desarrollo. Todo el modelo está sufriendo severas dificultades por sus distancias con los hechos y las críticas procedentes de diversos orígenes se encaminan de un modo u otro a “recuperar la realidad” con miras a producir políticas con mejores chances respecto de las metas finales.
Del modelo se cuestiona la lógica de las interrelaciones. El nuevo debate analiza como se ha subestimado los encadenamientos recíprocos entre las diversas dimensiones y como ello ha generado errores de consideración en la preparación de políticas. Los países con un ingreso mas desigualmente distribuido son políticamente más inestables. Esta inestabilidad política tiene efectos sobre el crecimiento.
Las áreas económica, política y social están inextricablemente ligadas.

“Sin desarrollo social paralelo no habrá desarrollo económico satisfactorio.”

El desarrollo social fortalece el capital humano, potencia el capital social y genera estabilidad política, bases esenciales para un crecimiento sano y sostenido.
Otro eje analizado son las relaciones entre grado de democracia y desarrollo social. Han examinado las correlaciones estadísticas respectivas. Sus datos indican que cuando aumenta la participación democrática y se dispersa el poder político entre el conjunto de la población mejoran los indicadores de desarrollo social.

“Sin estabilidad política no habrá estabilidad financiera.”

A su vez la estabilidad política está muy ligada a los grados de equidad y justicia social.
Las personal, las familias, los grupos constituyen capital social y cultura por esencia. Son portadores de actitudes de cooperación, valores, tradiciones, visiones de la realidad, que son si identidad misma. Si ello es ignorado, salteado, deteriorado, se inutilizaran importantes capacidades aplicables al desarrollo y se desataran poderosas resistencias. Si, por el contrario, se reconoce, explora, valora y potencia su aporte, puede ser muy relevante y propiciar círculos virtuosos con las otras dimensiones del desarrollo.